¡Dios santo! No puedo creer que entre tanto corre y corre nunca les conté de los detalles de mi viajecito a Paris el año pasado… me acabo de dar cuenta de esto buscando fotos y queriendo hacer referencia en otro post a este viaje. Duh!!! No lo puedo creer. En este viaje, tuve el chance de ir por mi cuenta… solita, a Paris, en mi primeras vacaciones internacionales sola. Y no les miento cuando les dijo que estaba medio cagaíta… porque con lo mucho que yo viajo y he viajado en mi vida, no entendía por qué estaba tan ansiosa y nerviosa de estar sola en Paris.
Estuve en Paris por una semana después de haber estado en España con mi amigo Walter haciendo el Camino de Santiago. Era mas económico regresar de vuelta a Puerto Rico desde Paris/CDG que desde Madrid/Barajas, así que el Universo conspiró para que tuviera la oportunidad de visitar la Cuidad Luz por una tercera vez, esta vez por mi cuenta. Viajar solo es una experiencia que se debe tener al menos una vez en la vida. Definitivamente que prefiero viajar acompañada, pero la experiencia de alquilar un cuartito en Paris y hacer exactamente lo que me diera la gana cuando me diera la gana fue una experiencia liberadora.
Y para serles honesta, uno viajará solo, pero nunca estás del todo solo. Siempre me encontraba y conocía a gente dondequiera que iba – como una grupito de 6 muchachos argentinos cuando me estaba tomando unos selfies en el Louvre; una muchacha de Singapur haciendo la fila en la Sr. Chappelle, un profesor británico que nos explicó toda la historia y chismes de los vitrales de la St. Chappelle, una tía y su sobrinita de San Francisco mientras comía postres en Angelina, una pareja de Estados Unidos cuando visité las cavas de champagne en Epernay y Reims. Hasta tuve chance de ver en dos ocasiones a mi amiguita Jesiel que ahora vive en Paris, una de ellas un tremendo picnic frente al Seine. Y también me encontré con un amiguito de clases en la Alianza Francesa que estaba trabajando en la Embajada de Estados Unidos por el verano y junto fuimos a comer falafel en Le Marais y hasta hacer un bici-hangeo parisino yendo en bicicleta hasta Roland Garros, donde se juega el French Open de tenis anualmente. Todo eso en una sola semana.., te digo que aunque uno quiera, uno realmente nunca está realmente solo.
Lo que me lleva a compartirles lo que me comí mientras estuve en París…
Gracias a Arturo tuve la oportunidad de regresar a L’As du Falafel. Traté de ir cuando fui en el 2009, pero fuimos un sábado, y como los dueños son judíos, observan el Sabath y estaban cerrados. Esta ve pude tener la experiencia de comer el mejor falafel de Paris. ¡Y son bueníííííísimos! Me comí un sándwich de falafel y me transportó al primer sandiwch de falafel que me comi en Israel hace mas de una década atrás. Les digo que vale la pena la filonga que hay que hacer para entrar.
Finalmente también pude ir a la panadería POilane… la panadería favorita de Giada Di Laurentiis y de Ina Garten en Paris. Es súper chiquita… y si no te fijas, le pasas por el lado y ni cuenta te das. Me compré un croissant con chocolate que estuvo glorioso. Y también unos panecitos de buckwheat. De lo más ricos, fue lo más cercano que encontré a un panecillo integral, pero al otro día se ponen duros. Y aunque duros, una buena untada de queso de cabra los hizo el munchie perfecto para llevarme a Epernay y a Reims para probar champañas.
También pude ir por primera vez a La Grande Epicerie… uno de los mercados favoritos de Ina Garten en Paris, al lado del Le Bon Marché. Es como un Whole Foods y un Zabar’s en Paris. Lo pasé tan bien… ¿seré yo la única persona que me encanta ir a supermercados cuando viajo? Compré algunas cositas para mi picnic con Jesiel – unas frutas, un dip de alcachofas con unos palistroques que estaban divinos. Tanto que Jesiel se quedó con la etiqueta para comprarlo otra vez para su novio, ahora marido, Romain. No puedo creer que estaba tan emocionada con ver a Jesiel de nuevo que no tomamos ninguna foto juntas… y nos vimos 2 veces!!!! ¿Qué nos pasó?
Y por supuesto, tuve que comerme la obligatoria crepa en Montmartre, la simple pero deliciosa tartine con ensalada en St. Germaine, un croissant viendo la Torre Eiffel y un picnicsito en el Jardin du Luxembourg para acabar lo que tenía en la neverita del cuarto. Hasta me tomé un chai latte en un Starbucks para aprovechar del aire acondicionado y del wi-fi gratis… ¿Qué gringa soy, verdad?
Pero como siempre… una semana en París nunca es suficiente para hacer todo lo que uno quiere hacer. Me quedé con los deseos de almorzar en el restaurante L’Atelier de Joel Rebouchon… ya que mi amiga Nayda y una nena que conocí en Paris me dicen que no he probado nunca unas papas majadas hasta que no coma las papas majadas de Joel Rebouchon. Me iba a encontrar con la nena y su tía para almorzar, pero llegué tarde después de las 3PM cuando cierra el servicio de almuerzo.
Y como mi viaje fue en Agosto, el mes cuando la mayoría de los parisinos se toman vacaciones, el mercado de Rue Raspail estaba un poco solitario. No parecía nada como las imágenes que he visto en los shows de Ina Garten en la tele, llenitos de frutas y vegetales. Así que tengo que regresar en otra época del año para verlo en todo su esplendor.
Y como la trotamundos empedernida que soy, un viaje a Paris nunca es suficiente… así que a un año de mi viaje ya tengo la piquiña de regresar nuevamente. Declaré que regresaré a París a correr el maratón de París con algunas de mis amigas que corren conmigo. Estoy seguro que ese viaje está en mi futuro. Y también de que ustedes estarán allí a mi lado para vivirlo conmigo… d’accord??
A bientôt…
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